Para mí es importante que una adaptación cinematográfica sea lo más fiel posible a la obra que se está adaptando, sea una novela, una obra de teatro o un cómic.
Y cuando digo que sea lo más fiel posible, me refiero a que cuente la misma historia, a que los personajes principales sean lo más parecido posible a los que aparecen en la obra original, en todas sus características internas y externas, así como las localizaciones de los diferentes escenarios.
Está claro que el que una película sea fiel a la obra en la que se basa, no implica para nada que tenga calidad, ahí radica el buen hacer de quienes hagan la adaptación. Ni que una obra nada fiel a la obra original, sea mala en sí. Existen ejemplos de ambos casos en la historia del cine.
Una adaptación fiel a su original, tampoco implica falta de creatividad, precisamente deberá utilizar esa creatividad para plasmar lo más fielmente posible una obra en otro lenguaje diferente al original, deberá imaginarse a los personajes y llevar a cabo una buena caracterización de cada uno de ellos, deberá imaginarse los diferentes escenarios y realizar una búsqueda exhaustiva de localizaciones y/o recrearlos convenientemente, deberá en definitivas imaginarse la acción que transcurre y llevarlas a cabo con la mayor creatividad posible. En eso radica una adaptación bien hecha, al menos para mí.
Ciertamente, al leer una obra literaria (por ejemplo) uno se imagina a los personajes y los escenarios que aparecen en ella de una determinada manera, posiblemente de modo diferente a como se las imagina otra persona; por ello, en determinadas ocasiones, al ver la película uno se sorprende diciendo: “el protagonista es exactamente igual a lo que yo me imaginaba” o “qué mal estaba tal personaje, no era para nada como yo me lo imaginaba”.
Aún así, tampoco significa que esa adaptación no sea fiel, ya que el adaptador los puede imaginar de forma diferente a la nuestra, al menos que en la obra original se haga un repaso exhaustivo de las características de cada uno de los personajes, de cada uno de los escenarios,..., en este caso, y dependiendo del grado de diferencia entre original y adaptación, quizás la obra no sea todo lo fiel que se podría esperar.
Además, el que uno se permita ciertas concesiones a la hora de adaptar al cine, no significa que no sea fiel al original. Los tiempos en cine no son lo mismo que otros lenguajes, como el literario o el de la novela gráfica, lo que hace que en ocasiones se deba irremediablemente realizar cambios necesarios para que funcione en cine. Un ejemplo bastante evidente de lo que digo, es el caso de El Padrino, una gran obra de arte del séptimo arte, que cumple con ser una adaptación fiel a su original (no en vano en el guión cinematográfico participa Mario Puzo, el autor de la novela), aún permitiéndose ciertas concesiones.
Me parece que no tiene sentido pagar los derechos de una obra literaria (por ejemplo) para cambiarla por completo, para no seguir ninguno de los puntos mencionados anteriormente. ¿Qué sentido tiene? Si no vas a hacer una adaptación fiel a su original, si te vas a alejar por completo de las líneas básicas del original, mejor crear tu propio guión original, que seguramente no tendrá nada que ver. Un ejemplo que me viene a la cabeza en este momento, es la adaptación que realizó Almodóvar de la obra de Ruth Rendell, titulada Carne Trémula. Creo que se habrían ahorrado bastante dinero si en lugar de intentar adaptar esta obra, hubiesen hecho su propio guión original, ya que no tiene nada que ver con el original.
Y cuando digo que sea lo más fiel posible, me refiero a que cuente la misma historia, a que los personajes principales sean lo más parecido posible a los que aparecen en la obra original, en todas sus características internas y externas, así como las localizaciones de los diferentes escenarios.
Está claro que el que una película sea fiel a la obra en la que se basa, no implica para nada que tenga calidad, ahí radica el buen hacer de quienes hagan la adaptación. Ni que una obra nada fiel a la obra original, sea mala en sí. Existen ejemplos de ambos casos en la historia del cine.
Una adaptación fiel a su original, tampoco implica falta de creatividad, precisamente deberá utilizar esa creatividad para plasmar lo más fielmente posible una obra en otro lenguaje diferente al original, deberá imaginarse a los personajes y llevar a cabo una buena caracterización de cada uno de ellos, deberá imaginarse los diferentes escenarios y realizar una búsqueda exhaustiva de localizaciones y/o recrearlos convenientemente, deberá en definitivas imaginarse la acción que transcurre y llevarlas a cabo con la mayor creatividad posible. En eso radica una adaptación bien hecha, al menos para mí.
Ciertamente, al leer una obra literaria (por ejemplo) uno se imagina a los personajes y los escenarios que aparecen en ella de una determinada manera, posiblemente de modo diferente a como se las imagina otra persona; por ello, en determinadas ocasiones, al ver la película uno se sorprende diciendo: “el protagonista es exactamente igual a lo que yo me imaginaba” o “qué mal estaba tal personaje, no era para nada como yo me lo imaginaba”.
Aún así, tampoco significa que esa adaptación no sea fiel, ya que el adaptador los puede imaginar de forma diferente a la nuestra, al menos que en la obra original se haga un repaso exhaustivo de las características de cada uno de los personajes, de cada uno de los escenarios,..., en este caso, y dependiendo del grado de diferencia entre original y adaptación, quizás la obra no sea todo lo fiel que se podría esperar.
Además, el que uno se permita ciertas concesiones a la hora de adaptar al cine, no significa que no sea fiel al original. Los tiempos en cine no son lo mismo que otros lenguajes, como el literario o el de la novela gráfica, lo que hace que en ocasiones se deba irremediablemente realizar cambios necesarios para que funcione en cine. Un ejemplo bastante evidente de lo que digo, es el caso de El Padrino, una gran obra de arte del séptimo arte, que cumple con ser una adaptación fiel a su original (no en vano en el guión cinematográfico participa Mario Puzo, el autor de la novela), aún permitiéndose ciertas concesiones.
Me parece que no tiene sentido pagar los derechos de una obra literaria (por ejemplo) para cambiarla por completo, para no seguir ninguno de los puntos mencionados anteriormente. ¿Qué sentido tiene? Si no vas a hacer una adaptación fiel a su original, si te vas a alejar por completo de las líneas básicas del original, mejor crear tu propio guión original, que seguramente no tendrá nada que ver. Un ejemplo que me viene a la cabeza en este momento, es la adaptación que realizó Almodóvar de la obra de Ruth Rendell, titulada Carne Trémula. Creo que se habrían ahorrado bastante dinero si en lugar de intentar adaptar esta obra, hubiesen hecho su propio guión original, ya que no tiene nada que ver con el original.
Dicho esto, he de puntualizar que cuando hablamos de adaptaciones cinematográficas, estamos hablando de lenguajes diferentes. Cierto es que una obra literario utiliza otro lenguaje, cierto es que un cómic utiliza otro lenguaje, cierto es que una obra de teatro utiliza otro lenguaje,..., pero eso no impide que una buena adaptación cinematográfica sea lo más fiel posible a su original, utilizando su propio lenguaje, con todo lo que ello implica.
Y ya para finalizar, me imagino por un momento en la piel del autor de la obra que se vaya a adaptar, desde luego creo que me gustaría poder ver en la gran pantalla una adaptación lo más fiel posible de mi obra. ¿Vosotros no?